II
El aire estaba viciado había mucha gente, el cuarto era muy pequeño y el aroma de muchos tipos de inciensos se mezclaban y en lugar de crear una atmosfera relajante, daba náuseas, el enano estaba ahí, con los muñones de los dedos envueltos en cataplasmas de llantén y eucalipto cuyo olor también se integraban a los aromas de los inciensos, el enano tenia escalofríos por la fiebre pero estaba comenzando a recuperar la conciencia a ratos e incluso a farfullar algunas palabras, el curandero y el patriarca pensaban que podría estar a punto de despertar pero yo sigo pensando que los escalofríos hacen que se le abran los ojos y las alucinaciones causadas por la fiebre le sacaban una que otra frase adormilada. El curandero integraba hierbas a una poción sanadora mientras el patriarca pronunciaba canticos en nuestra lengua materna y una niña le limpiaba el sudor de la frente al enano, la solución del curandero empezó a hervir sin necesitar del fuego. “El Fuego de los Ancestros” me había dicho mi madre en alguna ocasión, “La Llama del Demonio” me había dicho el humano que me compro en el mercado de esclavos antes del ataque de las sombras etéreas, pero yo siempre he sabido que es una reacción causada por los ingredientes que usa el curandero en sus remedios, mis hermanos y hermanas comenzaron a entonar los mismos cantos que el patriarca, el curandero abrió la boca del enano y le hizo tragar la poción que simulaba hervir. El enano empezó a toser, abrió los ojos como platos, y el rostro se le puso rojo como una baya, entre tosidos se incorporo y comenzó a blandir una espada imaginaria, o quizá un hacha imaginaria, fuera lo que fuese la lanza de bronce con la que yo estaba apuntando al corazón del enano era real y algo en el, quizá su raza, me hizo que me dieran ganas de clavársela en lo mas profundo de su vientre, pero el patriarca puso su mano en la punta de mi lanza y la hizo descender lentamente, el enano paso por otro ataque de tos, este mas agresivo que los anteriores.
-pi, pi, pieles a, a, azules…-dijo el enano con voz ronca y casi inaudible.
El patriarca dijo algo en nuestra lengua y solo con ver la cara del enano supo que no entendía así que me dijo que tradujera para el.
-haberte salvado en el islote, de las gárgolas.-dije yo transmitiendo lo que decía el patriarca- tu gente haber huido en cuanto ver a mi pueblo, la explocion….
-uste- el enano carraspeo- ustedes hicieron volar la isla, mi barco, mi tripulación.
Traduje para el patriarca, y escuche su respuesta.
-tu gente y tu barco estar bien pero lejos, el patriarca decir que a unas cuantas leguas de aqui.
-¿y mi hacha?
Traduje al patriarca, pero me respondió con un largo silencio, asi que conteste yo
-tu arma ser de acero, ser un insulto a los espíritus.
-¿Qué?- el enano como me lo esperaba no entendió la idea.
-el acero ser la sangre de los dioses, no permitir ofensas a los espíritus en la valsa poder ser catastrófico.
-¿se destruyo de mi hacha?, no, ¡la necesito!.
-tranquilo enano estar guardada, pero no poder usarla aquí
-de de de acuerdo, cu cuáles son sus nombres.
-yo ser Aeggoc, el patriarca llamarse Raevk Nacido del Viento, el llevarnos hasta el islote de donde te sacamos, y el curandero llamarse Cranok el encargarse de ti todo el tiempo que tu estar inconsciente.
-¿Cuánto, cuanto tiempo tiene de eso?
-treinta días y veintinueve noches, ¿Cómo debemos llamarte a ti?
- yo me llamo Gallow-contesto el enano un poco asustado.
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